Hechos 12: 13 y 14
13-"Y cuando llamó a la puerta de la entrada, una sirvienta llamada Rode salió a ver quién era. 14- Al reconocer la voz de Pedro, de alegría no abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba a la puerta. "
Esta es la historia de cómo fue la liberación del encarcelamiento de Pedro. En aquel tiempo el rey Herodes había echado mano a algunos de la Iglesia para maltratarles, matando a espada a Jacob, hermano de Juan y encarcelando a Pedro, bajo la custodia de cuatro grupos de soldados "pero la Iglesia hacía sin césar oración a Dios por él (Hechos 12:5)
"Dios siempre llega en el momento justo, aunque nosotros no lo podemos saber, cuándo es el momento justo en la situación que estamos atravesando, Dios sí lo sabe, y así fue que en la misma noche, mientras la Iglesia, colaboraba con Dios desde la tierra, permitiendo que su Mano poderosa se moviera en favor de Pedro."
La Iglesia, orando incesantemente, y en acuerdo, poniendo en las manos de Dios la vida y liberación del Apóstol Pedro, (Mateo 18: 18 " En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.")
Y entonces, estando reunida en la casa de la madre de Juan Marcos (el evangelista) recibe la llamada a la puerta del mismísimo Pedro, a quién un ángel enviado por el Señor libertó de una manera sobrenatural y poderosa (Hechos 12: 7 - 11).
- Para muchos orar es de débiles, prefieren la espada, actuar; creyendo en sus fuerzas.
- Hermanos y esto nos sucede muchas veces a algunos de nosotros, que por el Gozo de reconocer la bendición ya a nuestra puerta, no abrimos, no le damos paso a nuestra vida.
- Muchas otras veces, la respuesta a nuestro clamor golpea a nuestra puerta, y nos encuentra ocupados en otras cosas, y pasa.
- Muchas otras, estamos tan concentrados en nuestra oración, que no nos damos cuenta de que ha llegado, y ésta queda detenida, sin nunca poder llegar a entrar a nuestras vidas.
En esto también nos identificamos, y lo hacemos para ser corregidos, pues lo que está escrito es para nuestra corrección a fin de llegar a ser maduros y no andar en niñerías, o como dice Hebreos 6:1 en los rudimentos de la Doctrina.
- Actitudes como éstas, y oraciones como éstas son las que hacemos, llenas muchas veces, de emociones y sentimientos, pero no de Fe.
La Fe no espera a ver la respuesta, la Fe "ve la respuesta primero".
La Fe ya tiene la respuesta, por eso nos prepara para recibirla.
- Tu tienes que estar preparado para recibir lo que ya has pedido en oración, porque sino ¿para qué oras? por religión, por costumbre, por apariencia, por ¿dejar tranquila tu conciencia?
- Ahora cuando oremos sin esa Fe, no creeremos a la respuesta, no la reconoceremos porque no fue vista por nuestra Fe.
La Fe viene de Dios, así que la verdadera Fe, tiene ojos y sus ojos ven.
- No oremos con una fe equivocada, enferma o débil. La oración nos sirve para fortalecer nuestra fe.
- ¿ Por qué debemos orar sin césar? Porque la oración fortalece la vista de nuestra Fe.
Dios no necesita que le repitamos y repitamos lo mismo, porque somos nosotros los que debemos hacer su voluntad y no él la nuestra, entonces cuanto más oramos, más se acomoda nuestra voluntad a la voluntad de Dios, y nuestra Fe visualiza, llega a ver mejor la respuesta de Dios. Ahora no olvidemos, una vez más, que cuando nuestras oraciones son hechas con la Fe verdadera:
- Estaremos preparados para abrir la puerta a la respuesta.
- Estaremos al lado de la Puerta, no nos moveremos hacia adentro, alejándonos.
- No le dejaremos esperando con la puerta sin abrir.
- No le llamaremos Locura a la respuesta de Dios, no la confundiremos con lo que no es (el ángel de Pedro) y no nos dejaremos embargar por un gozo emocional, pues el gozo de Dios se mueve con la gratitud.
Cuando agradecemos antes de recibir, estamos enviando a la Gratitud a abrirle la puerta a nuestra respuesta, no envíes a ningún otro, (rodas, la muchacha) en vez de la Gratitud; la gratitud no puede ser reemplazada, con flores u otros adornos, porque quedan lindos a la oración que hago y tal vez que otros están escuchando.
Cuando doy gracias de antemano, estoy abriendo la puerta antes que la respuesta deba esperar, llamar, o irse porque es confundida, ¡Aleluya!
Debemos orar pero estar atentos, vigilantes, a la llegada de la respuesta, pues para eso oramos, para que haya respuestas, para que venga de Dios nuestra salvación, para que Dios envié su ángel y haga cosas y entre en lugares a los cuales nosotros no podríamos entrar.
Dios te bendiga. Pastora Sara Olguín.
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