Cuando Dios te dé una nueva tierra para explorar, no aprendas sus costumbres, sino deja las que pudieras haber tomado de la anterior.
El proceso de santificación en el cual vamos, es aprender a despojarnos de lo que NO permite ver la verdad de Dios en nuestras vidas; es difícil y doloroso, pero podemos evitar el mismo dolor, a quienes nos siguen.
En Deuteronomio 18: 9 -"Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones ", como en Santiago 4:4 - "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios", Dios nos enseña a ser totalmente puros (sin mezcla) para Él.
Nosotros, los que hemos madurado un poquito más, tenemos la responsabilidad de dar luz a los que nos siguen, con nuestras vidas.
Mientras menos queramos dejar las mezclas con lo de Dios y las tradiciones y costumbres que tiene el mundo, menos se notará el Camino por donde deben ir los que nos siguen.
Los guías deben tener visión, pero su visión debe ser pura, fidedigna y coherente con quien nos ha llamado.
El pueblo de Israel, había sido libertado de Egipto y llevado por el desierto, y ese fue su proceso de santificación, de separación de todo lo que habían incorporado mentalmente, así como de costumbres y hábitos, que pertenecían al sistema pagano.
Cuando, del resto que quedaba, ya que la mayoría murió en el desierto, entraron a la tierra prometida, debían conquistarla y poseer la tierra, sin ser conquistados y poseídos, pero ¿qué pasó?
Aún ante la advertencia que leímos en los versículos anteriores, Ellos cedieron, y su conquista fue al 50 %. Conquistaron, pero también fueron conquistados en otras áreas, entonces cuando querían abrir la boca para opinar, para decir - ¡Eso esta mal! o para indicar el camino correcto, los que habían habitado esa tierra antes, los hacían callar, pues no tenían "autoridad", no eran sus verdaderos conquistadores.
Así que si éstos eran esclavos también lo eran Ellos y no podían levantar totalmente sus cabezas.
Nosotros fuimos sacados del sistema de este mundo, pero muchos aun estando en el proceso de santificación, no entienden esto, ni hasta dónde Dios nos requiere: separación.
Nuestro corazón, nuestros sentimentalismos y nuestras excusas nos engañan, y quedamos amarrados a los mismos agorerismos, fábulas y cuentos; costumbres contrarias a la Verdad; tradiciones que desvirtúan la Palabra, torciéndola al punto que la gente defiende más, y con más pasión éstas, que lo que Dios nos entrega a través de su Palabra y enseñanzas.
1 Timoteo 3: 15 "pero en caso que me tarde, te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad"
¿Cómo deberíamos conducirnos, si somos parte de su Iglesia y esas columnas que sostienen, con sus vidas, la Verdad?
Cada festejo, o celebracíon del mundo tiene un origen lejos de ser de Dios, y no hay nada en ellos, que nos conduzca a El, de hecho no fueron esas tradiciones las que nos mostraron el Camino de Salvación, sino que fue su Palabra.
La revelación comprometerá aún más nuestras vidas con la Verdad, para eso Dios nos la da.
El apóstol Pedro, recibió la revelación de quién era el Cristo, iba contra todas las tradiciones y costumbres adquiridas por el pueblo de Dios de aquel tiempo. ¿Qué hizo Pedro? Se comprometió con esa revelación y caminó junto a ella, aunque después trató de negarla.
La revelación no nos dejará ser igual porque nos llevará hacia adelante.
La revelación nos es dada para que iluminemos; cuando alguien es iluminado, entiende.
La revelación lava los ojos permanentemente del que está guiando, pues el pueblo de Dios no debe tener defecto en su visión, (Levítico 21:20) Ni tampoco como hizo Moisés, en un momento de debilidad, de querer usar los ojos del que no tiene la luz de la Verdad. (Números 10:31- "Después dijo Moisés: Te ruego que no nos dejes, puesto que tú sabes dónde debemos acampar en el desierto, y serás como ojos para nosotros")
En el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, nuestra visión se perfecciona, se sana de toda distorsión, se alinea con la luz de la Palabra.
Debemos lavarnos los ojos, cada día para ver mejor su voluntad, si no queremos ser guías ciegos, que guíen a otros ciegos. Mateo 15:14 "Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, amgos caerán en el hoyo"
Dios te bendiga.
Sara Olguin
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