En el Altar de Dios debe arder siempre el fuego.
Nosotros somos como carboncillos, responsables de arder en el fuego, a fin que éste crezca y produzca lo que debe producir: calor.
Cuando no estás junto a los otros carbones encendidos, te apagas. Y pierdes lo más necesario para vencer en la vida cristiana: el fuego del Espíritu Santo.
En Hechos 28: 1 al 10, el versículo 3 " Entonces habiendo Pablo recogido algunas ramas secas, y echándolas en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le prendió la mano. "
Nos relata, como el apóstol Pablo llega a la isla de Malta, a causa de un naufragio muy grave.
Allí recibidos por sus ocupantes, y por causa de estar todos mojados y con frío, encienden una grande fogata.
Pablo al tomar unas ramas secas y echarlas al fuego,
es mordido por una víbora que escapó huyendo del calor.
Todos al ver esto se preguntaban que tal malo era ese hombre que la muerte lo perseguía, pero para sus asombros Pablo no murió, y al comenzarles a anunciar al Dios que servía, todos los enfermos fueron sanados, cuando él oraba en el Nombre de Jesús.
Dios te bendiga. Pastora Sara Olguín.
Todos al ver esto se preguntaban que tal malo era ese hombre que la muerte lo perseguía, pero para sus asombros Pablo no murió, y al comenzarles a anunciar al Dios que servía, todos los enfermos fueron sanados, cuando él oraba en el Nombre de Jesús.
Sabes, así Satanás No resiste al fuego del Espíritu Santo y cualquier cosa que trame contra ti, mientras estés siendo parte de ese fuego del Espíritu en el Altar de Dios, aun si llegará a morderte con su veneno, no te matará; porque ante el fuego y la palabra, debe huir, no puede hacer otra cosa.Te animo a permanecer junto a tus hermanos, sé un carbón encendido, por el fuego del poder de Dios. No te apagues.
Dios te bendiga. Pastora Sara Olguín.
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